El Kéfir es una bebida hecha a base de leche fermentada, originaria de los valles del Cáucaso. La palabra Kefir proviene de la palabra turca “Keif” que significa “Agradable Sensanción” “Sentirse Bien” o “Buena Cara” Originalmente se obtenía de realizar la fermentación de la leche de camello luego de yegua, búfala, cabra hasta llegar a la de vaca.
“Los Lactobacilos que contiene se dice podrían contrarrestar la putrefacción en el metabolismo gastrointestinal y proporcionar una vida longeva y saludable”. Elie Metchnikoff, premio Nóbel de biología 1908.
La preparación del Kéfir fue guardado como un secreto por los Musulmanes del Cáucaso ya que pensaban que si se compartían con otros pueblos perdían su efecto ya que eran considerados como un maná (regalo) del profeta Mahoma. Marco Polo lo mencionó en sus relatos de los viajes al Oriente, luego permaneció olvidado por más de cinco siglos.
Su uso se retomó en el siglo XIX ya que comenzó a usarse como terapia contra la tuberculosis.
Los granos de Kéfir, se obtienen de un proceso de fermentación de la leche éstos son unas partículas gelatinosas, semejantes a los floretes blancos del coliflor, pueden variar de tamaño ser como un grano de trigo o una avellana. Al poseer una tensión de cuajo baja y fragmentarse fácilmente facilita su digestión y por ello es recomendado su consumo a personas con insuficiente actividad digestiva.
El Kéfir se bebe, es muy ligero en densidad, estimula la secreción salival, aumenta la producción de jugos gástricos y los movimientos peristálticos, se recomienda como alimento postoperatorio para estimular peristalsis y liberación de gases aliviando dolores, coadyuvante del estreñimiento crónico, restaurador de la flora bacteriana buena, tiene efectos bactericidas frente a organismos patógenos, recupera la flora en los intestinos luego de un tratamiento con antibióticos, tiene mayor valor nutritivo que el yogurt.